EL ESFUERZO Y LA FELICIDAD.
Los ríos nunca corren cuesta arriba, y su agua bordea los obstáculos que se interponen en su curso hasta el océano. Sin embargo, los ríos también son capaces de crear valles, desfiladeros y cañones venciendo con perseverancia la dureza de las rocas.
En los árboles y las praderas crecen flores por sí solas, medidas por las estaciones. Sin embargo, los cultivos y los hermosos jardines requieren jardineros y agricultores que los cuiden. Requieren cuidados y requieren vigilancia.
Los fenómenos de la naturaleza nos muestran unas leyes inmutables, nos hablan de la ley del mínimo esfuerzo, de la importancia de fluir y no resistirse a lo que es inevitable. Pero también nos enseñan que permanecer en el esfuerzo correcto y sostenido produce cambios asombrosos, la perseverancia hace que la vida se sostenga en el planeta.
Y en medio de todo ello vivimos……, nuestra existencia transcurre en este mundo sembrando y cultivando lo que más tarde serán frutos en nosotros. A veces conscientes de lo que es valioso y verdadero. A menudo inconscientes, crispados, adormecidos y agotados.
Todos deseamos y buscamos ser felices. Todos tememos y huimos del sufrimiento. Y esta es una condición universal que nos une a todos los seres sensibles de todas partes. Pero, ¿existe un camino hacia la felicidad? ¿Hay un camino que nos indique cómo liberarnos del sufrimiento?
La sabiduría perenne es un precioso concepto que sugiere la existencia de un conjunto universal de verdades y valores comunes a todos los pueblos y culturas. Desde siempre, las diferentes tradiciones sagradas en todo el planeta se han aplicado para constituir una guía que alumbre a la humanidad.
Las enseñanzas del budismo transmitidas de manera continuada desde hace más de 2.500 años nos hablan de ese camino de liberación, denominado El Octuple Sendero. En él se desarrolla la vía que conduciría a la liberación del sufrimiento en la humanidad.
Y uno de los aspectos del camino es EL ESFUERZO CORRECTO. Se trata de cultivar con una actitud comprometida y entregada las prácticas meditativas que nos ayudan a mantener la conciencia despierta, una vida sustentada en principios éticos y saludables y un corazón abierto y compasivo.
Y todo ello hacerlo siguiendo el Camino del Medio, con un esfuerzo sostenido con equilibrio de tal manera que nos conecte con la Alegría, no con la disciplina agotadora. Es necesario entregarse, abrazar el compromiso con la felicidad, vigilar nuestras actitudes ante el mundo, cultivar y reforzar los estados mentales positivos, prevenir y eliminar los estados mentales tóxicos. No es sólo «sentarse a meditar» sino esforzarse en mantener una actitud despierta en nuestra vida cotidiana. Y ese esfuerzo ha de ser equilibrado, sostenido en una perseverancia que alegre el corazón, mantenido con vigilancia y con comportamientos y actitudes basados en la ética.
Cultivamos la felicidad y nos liberamos del sufrimiento con la actitud de un jardinero: Estamos atentos a qué semillas plantamos y a aquellas que ya están en nuestro interior enterradas desde hace muchos años. Semillas de odio, de miedo, de separación y negligencia. Semillas de bondad, de compasión, de alegría y de sana disciplina.
Y sabemos cuáles regar y cuidar para que crezcan y den frutos.
Y sabemos cuáles no regar, y eliminar sus brotes cuando surjan malas hierbas.
Cultivamos con atención, permaneciendo vigilantes.
Cultivamos con amor y alegría a nuestro propio jardín.
Cultivamos con perseverancia sostenida.
Ese es el esfuerzo que conduce a la felicidad. Y la felicidad no es un jardín que está siempre florecido. Hay estaciones, hay plagas, hay tormentas y hay sequías. Aceptamos lo que es inevitable y luchamos para transformar lo que está en nuestras manos. Y nos esforzamos en mantener los cuidados que nuestro jardín necesita, porque un jardín, necesita ser cuidado.
Cultivar felicidad como un estado de compromiso con lo sano. Y ese compromiso, ese esfuerzo equilibrado y sostenido es un camino seguro.
Inmaculada Vallina